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Escrito em 16/08/2023
Equipe ASJ

Novena de las Manos Ensangrentadas de Jesús

La sangre de Jesús, derramada en su Pasión y Muerte en la cruz, fue el altísimo precio pagado para nuestra salvación y reconciliación con Dios Padre: “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.” (Isaías 53:5). Solamente por amor, siendo Dios, Jesús asumió nuestra humanidad. “Se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros.” (Juan 1:14). Nació en la pobreza del pesebre y hasta los treinta años vivió ocultamente en la aldea de Nazareth. En los tres últimos años de su vida, pasó por toda Galilea sembrando el Amor y la Paz. Todos los que se le aproximaron tuvieron sus vidas radicalmente transformadas y fueron curados física y espiritualmente. ¡La Divinidad de Jesús ahuyentaba todo mal! ¡De su humanidad, emanaba la obediencia al Padre y la extrema humildad! ¡Su mirar, lleno de misericordia, penetraban hasta lo más profundo de los corazones! Y sus manos, “que vinieron a servir y no a ser servidas”, tocaban, liberaban y curaban inmediatamente. Pero esas manos que sólo hicieron el bien fueron injustamente perforadas y clavadas en la Cruz. De estas manos ensangrentadas se derramo la sangre del Redentor que hoy, a través de esta Novena, tú puedes y debes clamar sobre ti y sobre tu familia. Suplicando, con mucha fe, y expulsando el mal con la autoridad de Jesús, por el poder de Sus Manos Ensangrentadas, curaciones, liberaciones, bendiciones y milagros comenzarán a ocurrir en tu vida y en la vida de aquellos que viven contigo. Los miles de fieles que, con la Oración de las Manos Ensangrentadas de Jesús, ya fueron tocados, se unen a una sola voz para dar testimonio “con sus cardenales hemos sido curados.” (Isaías 53:5).

Novena suplicando el poder de las Manos Ensangrentadas de Jesús

1.º Día - La Fe: “‘¡Animo!, que soy yo; no temáis’… ‘¡Ven!’, le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: ‘¡Señor, sálvame!’ Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ Subieron a la barca y amainó el viento.’ Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: ‘Verdaderamente eres Hijo de Dios’.” (Mateo 14:27b.29-33). Jesús, fuertes ondas de desesperación han envestido contra mí. Aumenta mi fe, porque estoy con miedo de hundirme en este mar de angustia y dolor. Como hiciste con Pedro, te suplico que extiendas tu mano poderosa y con la autoridad de Hijo de Dios, ordenes al mal que se aparte de mí ahora y para siempre. Amén. Repita muchas veces, en este primer día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, SUPLICO QUE AUMENTES MI FE”

Finalizar cada día de esta novena con la “oración de las manos ensangrentadas de Jesús” en el reverso de este folleto.

2.º Día - La Humildad: “Sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?’ ‘Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros’.” (Juan 13:3-5.12c.14-15). Jesús, Tú sabes que poco me dispongo a servir, y que deseo mucho que me sirvan. No quiero ser más así. ¡Con tus manos humildes, arranca todo el orgullo que me impide “lavar los pies a los otros”, especialmente a aquellos más próximos a mí! Amén. Repita muchas veces, en este segundo día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO LA HUMILDAD Y EL DON DE SERVIR”

3.º Día - El Perdón: “Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?’ Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra’. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor’. Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más’.” (Juan 8:3-5.6b-11) Jesús, como la pecadora de este Evangelio, preciso mucho de tu perdón. Con Tus Manos Benditas, tócame ahora y transforma mi corazón, tan duro como las piedras en las manos de los fariseos, en un corazón de carne, que sepa perdonar porque fui perdonado por Ti. Amén.

Repita muchas veces, en este tercer día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, SUPLICO TU PERDÓN Y LA GRACIA DE APRENDER A PERDONAR”

4.º Día - La Pureza: “Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él’. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” (Marcos 10:13-16) Jesús, vuelve tu mirar para mi infancia, cuando sólo había pureza en mí. Dame de nuevo aquel corazón puro. ¡Contigo sé que eso es posible! ¡Con Tus Manos Purísimas, purifica mi interior y devuélveme la alegría de hacer de este pobre corazón tu morada! Amén. Repita muchas veces, en este cuarto día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO QUE PURIFIQUES MI CORAZÓN”

5.º Día - La Sanación (física, psíquica y espiritual): “Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre. En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a gritar: ‘¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!’ La gente les increpó para que se callaran, pero ellos gritaron más fuerte: ‘¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!’ Entonces Jesús se detuvo, los llamó y dijo: ‘¿Qué queréis que os haga?’ Dícenle: ‘¡Señor, que se abran nuestros ojos!’ Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista; y le siguieron.” (Mateo 20:29-34) Jesús, me coloco hoy también en tu camino para suplicarte “¡Señor, ten compasión de mí, Hijo de David!” Señor, vuelve para mí tu mirada y mira como mi cuerpo, mi mente y mi alma necesitan urgentemente de sanación. Impone sobre mi Tus Manos Milagrosas y realiza esta sanación profunda y total que tanto espero para poder servirte mucho más y mejor. Amén.

Repita muchas veces, en este quinto día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO MI SANACIÓN PROFUNDA Y TOTAL”

6.º Día - El Alimento: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad, comed, éste es mi cuerpo’. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: ‘Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados’.” (Mateo 26:26-28) Jesús, mi corazón desborda de gratitud porque sabiendo que yo jamás tendría merecimiento para recibir tal gracia, Tú Te haces alimento en el altar, ofreciéndote a mí, por las manos de los sacerdotes y ministros, extensión de Tus Manos Generosas. Dame la gracia de siempre buscarte con ardor, para que yo no desfallezca en medio de la jornada rumbo a tu encuentro. Amén.

Repita muchas veces, en este sexto día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO QUE JAMÁS ME FALTE EL PAN DE LA VIDA”

7.º Día - La Cruz: “Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre, en tus manos pongo mi espíritu’ y, dicho esto, expiró.” (Lucas 23:33.44-46) Jesús, hoy entendí porque abrazaste con tanto amor Tu Cruz. Es que a través de ella probabas Tu amor eterno por mí y conquistabas al precio de tu Preciosísima Sangre, mi salvación. Con la ayuda de tus manos heridas, a partir de ahora, quiero abrazar también con amor mi cruz, pues entendí que sólo a través de ella podré ser eternamente feliz contigo. Amén.

Repita muchas veces, en este séptimo día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO LA GRACIA DE SOPORTAR MI CRUZ DE CADA DÍA”

8.º Día - La Madre: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre… Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.” (Juan 19:25a.26-27) Jesús, tu madre, que fue la primera en ver, asegurar y besar Tus manos en Belén, fue, también la primera en ver, tomar y besar Tus Manos adoradas, atravesadas y ensangrentadas, cuanto Te depositaron, sin vida, y sin color. Acepta, María el llamarte mi Madre y desear que estés conmigo, conduciéndome con tu mano, ahora y en la hora de mi muerte, como siempre has estado conmigo.

Repita muchas veces, en este octavo día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO LA PRESENCIA MATERNAL DE MARÍA JUNTO A MÍ”

9.º Día - La Perseverancia: “Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros’. Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente’. Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío’.” (Juan 20:26b-28) Jesús, en Tus Manos Resucitadas y extendidas hacia mí, deposito mi vida, y te concedo a Ti, mi Señor y mi Dios, plena libertad de disponer de mí según tu Voluntad. Dame solamente la gracia de la fidelidad total, hasta el último instante de mi vida y seré eternamente grato a Ti. Amén.

Repita muchas veces, en este noveno día, la siguiente jaculatoria: “JESÚS, POR EL PODER DE TU SANGRE REDENTORA, TE SUPLICO LA GRACIA DE SER FIEL A TI, HASTA EL FIN”

Oración de las Manos Ensangrentadas de Jesús

Creación: Maria do Rosário - Arte: Ednei Modesto

(Oración final para todos los días)

¡Sáname, Señor Jesús! “Jesús, coloca Tus manos benditas, ensangrentadas, llagadas y abiertas sobre mí, en este momento. Me siento completamente sin fuerzas para seguir cargando mis cruces. Preciso que la fuerza y el poder de tus manos, que soportaron el más profundo dolor al ser clavadas en la cruz, me sanen y me curen ahora. Jesús, no pido solamente por mí, sino también por todos aquellos que más amo. Nosotros precisamos desesperadamente de cura física y espiritual, a través del toque consolador de tus manos ensangrentadas e infinitamente poderosas. Yo reconozco, a pesar de toda mi limitación y de la infinidad de mis pecados, que es Dios, Omnipotente y Misericordioso, para hacer y realizar lo imposible. Con fe y total confianza, puedo decir; ‘¡MANOS ENSANGRENTADAS DE JESÚS, MANOS HERIDAS EN LA CRUZ! ¡VEN A TOCAR EN MÍ, VEN SEÑOR JESÚS!’”

En el final de cada día, rezar un Padre Nuestro y un Gloria, por las gracias, bendiciones y milagros que va a ser concedidos por las Manos ensangrentadas de Jesús en esta Novena.